La Palabra Versión Hispanoamericana

Hechos 26:10-24 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

10. Así actué en Jerusalén, donde, autorizado por los jefes de los sacerdotes, encarcelé a muchos fieles y di mi voto para que los condenaran a muerte.

11. Recorría también a menudo todas las sinagogas, e intentaba hacerlos abjurar a fuerza de torturas. Mi saña contra ellos llegó a tal extremo, que los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.

12. Esta es la razón por la que fui comisionado por los jefes de los sacerdotes para ir con plenos poderes a Damasco.

13. Me hallaba en camino, majestad, cuando a eso del mediodía vi una luz del cielo más brillante que el sol, cuyo resplandor nos envolvió a mí y a mis compañeros de viaje.

14. Todos caímos al suelo, y yo escuché una voz que me decía en arameo*: «Saúl*, Saúl, ¿por qué me persigues? Te va a resultar duro dar coces contra el aguijón».

15. Entonces pregunté: «¿Quién eres, Señor?». Y el Señor respondió: «Soy Jesús, a quien tú persigues.

16. Anda, levántate y ponte en pie; me he aparecido a ti para hacerte mi servidor y para que des testimonio de haberme visto y de lo que aún tengo que mostrarte.

17. Yo te libraré del pueblo judío y también de las naciones extranjeras, a las que he de enviarte

18. para que les abras los ojos del entendimiento, les hagas pasar de las tinieblas a la luz y del imperio de Satanás a Dios. De este modo, por medio de la fe en mí, alcanzarán el perdón de los pecados y la herencia que corresponde a los que Dios ha consagrado para sí».

19. Yo, pues, rey Agripa, no desobedecí aquella visión celestial,

20. sino que me dirigí en primer lugar a los habitantes de Damasco, y luego a los de Jerusalén, a los de todo el país judío y a los de las naciones extranjeras, proclamando la necesidad de convertirse, de volver a Dios y de observar una conducta propia de gente convertida.

21. Por esta razón me detuvieron los judíos, cuando estaba yo en el Templo, y trataron luego de asesinarme.

22. Pero he contado con la protección de Dios hasta el presente, y no ceso de dar testimonio a pequeños y grandes, afirmando únicamente lo que tanto los profetas como Moisés predijeron que había de ocurrir:

23. a saber, que el Mesías tenía que padecer, pero que sería el primero en resucitar de la muerte para anunciar la luz tanto al pueblo judío como a las demás naciones.

24. Estaba Pablo ocupado en el desarrollo de su defensa, cuando intervino Festo diciéndole en voz alta:—¡Pablo, estás loco; el mucho estudio te hace desvariar!