La Palabra Versión Hispanoamericana

Hechos 25:12-24 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

12. Festo cambió impresiones con sus consejeros y respondió:—Al emperador has apelado, al emperador irás.

13. Transcurridos unos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y Berenice para saludar a Festo.

14. Como se quedaron allí bastantes días, Festo tuvo tiempo de referir al rey el asunto de Pablo.—Aquí hay un hombre —dijo— a quien Félix dejó preso.

15. Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los demás dirigentes judíos presentaron una denuncia contra él y pidieron su condena.

16. Les contesté que no es norma legal romana condenar a un acusado sin previo careo con sus acusadores y sin darle oportunidad para defenderse de los cargos.

17. Vinieron entonces aquí y, al día siguiente, sin demora alguna, ocupé mi puesto en el tribunal y ordené que trajeran a ese hombre.

18. Pero cuando los acusadores tomaron la palabra, no presentaron cargo alguno de los que yo esperaba.

19. Todo se reducía a ciertas discrepancias concernientes a su religión y acerca de un tal Jesús, que está muerto y del que Pablo afirma que vive.

20. No sabiendo cómo proseguir el desarrollo de la causa, pregunté a Pablo si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para que se instruyera allí el proceso.

21. Pablo, entonces, interpuso apelación, solicitando permanecer bajo custodia en espera del fallo de su Majestad imperial. Así que he ordenado que se le custodie hasta que pueda enviarlo al emperador.Agripa dijo a Festo:

22. —Desearía oír a ese hombre yo mismo.—Mañana tendrás ocasión —contestó Festo.

23. Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con un fastuoso cortejo, y entraron en la sala de la audiencia en compañía de altos jefes militares y de las más destacadas personalidades de la ciudad. A una orden de Festo, condujeron allí a Pablo.

24. A continuación, Festo se expresó de este modo:—Rey Agripa y señores todos presentes entre nosotros: ahí tienen al hombre por cuya causa han venido a mí multitud de judíos, tanto aquí como en Jerusalén, pidiéndome a gritos su cabeza.