1. El Señor me dirigió la palabra:
2. —Y tú, hijo de hombre, juzga a la ciudad sanguinaria y échale en cara todas sus abominaciones.
3. Diles: Esto dice el Señor Dios: ¡Ciudad que derrama la sangre* de sus habitantes, acelerando así su hora, y que fabrica ídolos, contaminándose así con ellos!