34. para degollar a los malditos criminales cuya hora ha llegado coincidiendo con la culpa final; espada sobre la que se tienen visiones falsas y se presagian mentiras.
35. ¡Vuelve a tu vaina! Pienso juzgarte en el lugar donde fuiste creada, en tu país de origen.
36. Voy a derramar mi ira sobre ti, atizaré contra ti mi ardiente cólera y te entregaré en manos de gente sanguinaria, de expertos destructores.