La Palabra Versión Hispanoamericana

Ezequiel 1:3-20 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

3. el Señor comunicó su palabra al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. La mano del Señor se posó sobre él.

4. Entonces sentí un viento huracanado que soplaba del norte; y vi una densa nube rodeada de resplandor: lanzaba rayos en todas direcciones, y entre los rayos se percibía como el brillo del electro.

5. En medio de ellos podía verse la figura de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era humano.

6. Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas.

7. Sus piernas eran rectas, y las plantas de sus pies parecían pezuñas de novillo; brillaban igual que el bronce bruñido.

8. Debajo de sus alas tenían manos humanas, por los cuatro costados; los cuatro tenían también rostros y alas;

9. las alas de cada par se unían entre sí. Cuando andaban, no se volvían; andaban siempre de frente.

10. Los rostros de los cuatro parecían de ser humano; los cuatro tenían rostro de león por la parte derecha, y de toro por la parte izquierda; y los cuatro tenían rostro de águila.

11. Sus alas estaban desplegadas hacia arriba: dos de ellas se unían, y las otras dos cubrían sus cuerpos.

12. Cada cual caminaba de frente, allá donde los dirigía el viento; cuando andaban, no se volvían.

13. En medio de estos seres vivientes había una especie de brasas encendidas, como unas antorchas que iban de un lado a otro entre ellos; el fuego, que brillaba intensamente, despedía rayos.

14. Los seres vivientes iban y venían rápidos como el rayo.

15. Al fijarme, vi en el suelo una rueda junto a cada uno de los cuatro seres vivientes.

16. El aspecto de las ruedas recordaba al brillo del crisólito; las cuatro tenían la misma apariencia, y estaban ensambladas, como si una encajara dentro de la otra.

17. De este modo, podían marchar en las cuatro direcciones, sin necesidad de dar la vuelta cuando avanzaban.

18. Su circunferencia era enorme, y las llantas de las cuatro estaban llenas de destellos.

19. Cuando los seres vivientes avanzaban, se movían con ellos las ruedas, y cuando se alzaban del suelo, se alzaban también las ruedas.

20. Iban adonde los dirigía el viento, y las ruedas se alzaban con ellos, pues el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.