La Palabra Versión Hispanoamericana

1 Samuel 12:7-19 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

7. Y ahora prepárense, porque voy a pedirles cuentas ante el Señor de todos los beneficios que él les ha hecho a ustedes y a sus antepasados.

8. Cuando Jacob llegó a Egipto, sus antepasados pidieron auxilio al Señor y él envió a Moisés y a Aarón para que sacasen a los antepasados de ustedes de Egipto y los instalasen en este lugar.

9. Pero ellos olvidaron al Señor su Dios y él los entregó en poder de Sísara, general del ejército de Jasor, y en poder de los filisteos y del rey de Moab, que lucharon contra ellos.

10. Entonces clamaron al Señor, diciendo: «Hemos pecado, abandonando al Señor para rendir culto a las imágenes de Baal y de Astarté. Líbranos del poder de nuestros enemigos y te serviremos».

11. Y el Señor envió a Jerubaal, a Barac, a Jefté y a Samuel para que los librasen del poder de sus enemigos vecinos y pudieran ustedes vivir tranquilos.

12. Ahora, cuando han visto que Najás, el rey de los amonitas, los amenazaba*, me han pedido un rey que los gobernara, aunque el Señor su Dios era el rey de ustedes.

13. Pues bien, ahí tienen al rey que han elegido y que han exigido. Ya ven que el Señor les ha dado un rey.

14. Si honran al Señor y le dan culto, si escuchan su palabra y no desobedecen sus mandatos, entonces les irá bien tanto a ustedes como al rey que los gobierna.

15. Pero si no escuchan la palabra del Señor y desobedecen sus mandatos, el Señor los castigará a ustedes como castigó a su antepasados.

16. Y ahora permanezcan aquí y contemplarán el gran prodigio que Dios va a realizar delante de ustedes.

17. ¿No estamos en época de siega? Pues voy a invocar al Señor y él hará tronar y llover, para que ustedes reconozcan el gran pecado que han cometido ante al Señor al pedir un rey.

18. Samuel invocó al Señor y el Señor envió aquel día truenos y lluvia. Todo el pueblo sintió pánico del Señor y de Samuel.

19. Y dijeron a Samuel:—Intercede por tus siervos ante el Señor tu Dios, para que no perezcamos, ya que hemos añadido a todos nuestros pecados el delito de pedirnos un rey.