La Palabra Versión Hispanoamericana

1 Juan 2:1-16 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

1. Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Ahora bien, si alguno peca, tenemos un intercesor* ante el Padre: Jesucristo, el justo.

2. Porque Jesucristo murió para que nuestros pecados sean perdonados; y no solo los nuestros, sino también los del mundo entero.

3. Estamos ciertos de que conocemos a Dios si cumplimos sus mandamientos.

4. Quien dice: «Yo lo conozco», pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y está lejos de la verdad.

5. El amor de Dios alcanza su verdadera perfección en aquel que cumple su palabra; así precisamente conocemos que vivimos unidos a Dios,

6. pues quien se precia de vivir unido a él, debe comportarse como se comportó Jesucristo.

7. Queridos, el mandamiento sobre el que les escribo no es nuevo, sino antiguo, pues ustedes lo tienen desde el principio y es la palabra que escucharon.

8. Y, sin embargo, se trata de un mandamiento nuevo, en cuanto que se realiza en Cristo y en ustedes; porque las tinieblas van pasando y ya alumbra la luz verdadera.

9. Si alguien dice que vive en la luz y odia a su hermano, todavía vive en tinieblas.

10. El que ama a su hermano, vive en la luz y no caerá en pecado.

11. Pero quien lo aborrece, vive y camina en tinieblas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

12. Les escribo*, hijos míos, porque [Dios] ha perdonado sus pecados en nombre [de Jesús].

13. Les escribo a ustedes, los mayores, porque conocen al que existe desde el principio. Les escribo a ustedes, los jóvenes, porque han vencido al maligno.

14. Les escribo, hijos míos, porque conocen al Padre. Les escribo a ustedes, los mayores, porque permanecen en el conocimiento del que existe desde el principio. Les escribo a ustedes, los jóvenes, porque son valientes, permanecen fieles a la palabra de Dios y han vencido al maligno.

15. No se encariñen con este mundo ni con lo que hay en él, porque el amor al Padre y el amor al mundo son incompatibles.

16. Y es que cuanto hay de malo en el mundo —pasiones carnales, turbios deseos y ostentación orgullosa—, procede del mundo y no del Padre.