La Biblia: La Palabra de Dios para Todos

Génesis 24:46-60 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

46. Rebeca bajó rápidamente el cántaro del hombro y dijo: “Beba, y también les daré agua a sus camellos”. Entonces yo bebí y ella les dio agua también a los camellos.

47. Luego le pregunté: “¿Quién es su papá?”, y ella respondió: “Mi papá es Betuel, el hijo de Milca y Najor”. Entonces yo le puse el anillo en su nariz y los brazaletes en sus brazos.

48. Luego me incliné y adoré al SEÑOR, y bendije al SEÑOR, Dios de mi amo Abraham, quien me guió en el camino correcto para conseguirle al hijo de mi amo, una hija de su propio hermano.

49. Ahora díganme, ¿van a mostrar fiel amor y lealtad a mi amo o no? Díganmelo para así saber qué es lo que debo hacer.

50. Labán y Betuel respondieron: —Vemos que esto viene directamente del SEÑOR así que no tenemos nada que decir.

51. Aquí está Rebeca, tómala y vete. Haz que se case con el hijo de tu amo para obedecer la palabra del SEÑOR.

52. Cuando el siervo de Abraham les oyó decir esto, se arrodilló en el piso ante el SEÑOR.

53. Luego el siervo sacó todo el oro, la plata y la ropa y se la dio a Rebeca. También les dio regalos muy caros al hermano y a la mamá de ella.

54. Luego él, y los hombres que estaban con él, comieron y pasaron ahí la noche. A la mañana siguiente se levantaron y dijeron: —Ahora tenemos que volver a donde está nuestro amo.

55. Pero el hermano y la madre de Rebeca dijeron: —Dejen que la muchacha se quede unos diez días y después se podrá ir.

56. El siervo les dijo: —No me hagan esperar. El SEÑOR ha hecho que mi viaje sea un éxito, déjenme volver a la casa de mi amo.

57. Entonces ellos dijeron: —Vamos a llamar a la muchacha y le vamos a preguntar qué es lo que ella quiere hacer.

58. Llamaron a Rebeca y le preguntaron: —¿Quieres irte con este hombre? Ella respondió: —Sí, iré.

59. Entonces dejaron que Rebeca y la mujer que siempre la había cuidado se fueran con el siervo de Abraham y sus hombres.

60. La familia de Rebeca la bendijo de esta manera: «Hermana nuestra, ¡que seas madre de millones! ¡Que tus descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos!»