La Biblia: La Palabra de Dios para Todos

Esdras 8:11-22 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

11. De los descendientes de Bebay estaban Zacarías hijo de Bebay y otros veintiocho hombres más.

12. De los descendientes de Azgad estaban Johanán hijo de Hacatán y otros ciento diez hombres más.

13. De los últimos descendientes de Adonicán estaban Elifelet, Jeyel, Semaías y otros sesenta hombres más.

14. De los descendientes de Bigvay estaban Utay, Zabud y otros setenta hombres más.

15. Los reuní junto al río que corre hacia Ahava y acampamos allí tres días. Al pasar revista a la gente y a los sacerdotes me di cuenta de que no había ningún levita.

16. Entonces llamé a estos hombres como líderes principales: Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán. También llamé a Joyarib y Elnatán, que eran hombres prudentes.

17. A todos ellos les pedí que fueran donde Idó, que es el líder del pueblo de Casifia. Les dije lo que debían decir a Idó, a sus hermanos y a los servidores en Casifia para que nos enviaran servidores para el templo de nuestro Dios.

18. Ya que Dios estaba con nosotros, los familiares de Idó nos enviaron estos hombres: Serebías, un sabio de los descendientes de Majlí que era uno de los descendientes de Leví hijo de Israel. Majlí fue enviado con sus hijos y hermanos. En total eran dieciocho hombres de esa familia.

19. También nos enviaron a Jasabías e Isaías de los descendientes de Merari, con sus hermanos y sobrinos. En total eran veinte hombres de esa familia.

20. Además nos enviaron doscientos veinte trabajadores del templo cuyos antepasados habían sido elegidos por David y sus oficiales importantes para ayudar a los levitas. Los nombres de todos ellos estaban en la lista.

21. Allá cerca del río Ahava, les anuncié a todos que debíamos ayunar para humillarnos ante Dios y así poder pedirle que nos concediera un viaje seguro para nosotros, nuestros hijos y nuestras pertenencias.

22. Me apenaba pedirle al rey Artajerjes que nos diera soldados y jinetes para que nos protegieran de los enemigos durante todo el viaje. La razón por la que me apenaba pedirle eso era por lo que le habíamos dicho: «Nuestro Dios está con todos los que confían en él y se enoja con quienes se alejan de su lado».