La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional

Mateo 9:16-36 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

16. Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva, porque el remiendo tira de la tela, y el roto se hace mayor.

17. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres se revientan, se derrama el vino y se pierden los odres. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos, para que ambas cosas se conserven.

18. Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se le acercó un dignatario que, arrodillándose delante de él, le dijo:— Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir.

19. Jesús se levantó y, seguido de sus discípulos, fue con él.

20. En esto, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, se acercó por detrás a Jesús y tocó el borde de su manto,

21. pues pensaba para sí misma: “Con sólo tocar su manto, me curaré”.

22. Pero Jesús se volvió y, al verla, le dijo:— Ánimo, hija, tu fe te ha salvado.Y en aquel mismo instante la mujer recuperó la salud.

23. Cuando Jesús llegó a casa del dignatario y vio a los flautistas y a la gente que se lamentaba, dijo:

24. — Salgan de aquí. La muchacha no está muerta; está dormida.Al oír esto, todos se rieron de Jesús;

25. pero él, después que salió la gente, pasó adentro, tomó a la muchacha por la mano y ella se levantó.

26. Y la noticia de este suceso se extendió por toda aquella región.

27. Al salir Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que suplicaban a voces:— ¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!

28. Cuando entró en casa, los ciegos se le acercaron y Jesús les preguntó:— ¿Creen ustedes que puedo hacer esto?Ellos le contestaron:— Sí, Señor.

29. Entonces les tocó los ojos y dijo:— Que se haga en ustedes conforme a la fe que tienen.

30. Se les abrieron al punto los ojos y Jesús les ordenó:— Procuren que nadie lo sepa.

31. Ellos, sin embargo, en cuanto salieron, comenzaron a divulgarlo por toda la región.

32. Acababan de irse los ciegos cuando se acercaron unos a Jesús y le presentaron un mudo que estaba poseído por un demonio.

33. En cuanto Jesús expulsó al demonio, el mudo comenzó a hablar. Y los que lo presenciaron decían asombrados:— ¡Nunca se ha visto en Israel nada parecido!

34. En cambio, los fariseos decían:— El propio jefe de los demonios es quien le da a este el poder para expulsarlos.

35. Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas judías. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias.

36. Y al ver a toda aquella gente, se sentía conmovido porque estaban maltrechos y desalentados, como ovejas sin pastor.