5. Aún estaba hablando Pedro, cuando quedaron envueltos en una nube luminosa de donde procedía una voz que decía:— Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escúchenlo.
6. Al oír esto, los discípulos se postraron rostro en tierra, sobrecogidos de miedo.
7. Pero Jesús, acercándose a ellos, los tocó y les dijo:— Levántense, no tengan miedo.
8. Ellos alzaron los ojos, y ya no vieron a nadie más que a Jesús.
9. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó:— No cuenten esta visión a nadie hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.
10. Los discípulos le preguntaron:— ¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?
11. Jesús les contestó:— Es cierto que Elías ha de venir y ha de ponerlo todo en orden.
12. Pero yo les aseguro que Elías ya vino, aunque ellos no lo reconocieron, sino que lo maltrataron a su antojo. Y el Hijo del hombre va a sufrir de la misma manera a manos de ellos.
13. Entonces los discípulos cayeron en la cuenta de que Jesús estaba refiriéndose a Juan el Bautista.
14. Cuando volvieron a donde estaba la gente, un hombre se acercó a Jesús y, puesto de rodillas delante de él,
15. le dijo:— Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques que le hacen sufrir lo indecible y muchas veces se arroja al fuego o al agua.
16. Lo he traído a tus discípulos, pero no han podido sanarlo.
17. Jesús exclamó:— ¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme aquí al muchacho.
18. En seguida dio una orden, salió del muchacho el demonio y en aquel mismo instante quedó curado.
19. Más tarde se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron aparte:— ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese demonio?
20. Jesús les contestó:— Porque ustedes no tuvieron fe. Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo fuera como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “¡Quítate de ahí y ponte allí!”, y el monte cambiaría de lugar. Nada les resultaría imposible.