34. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos.
35. Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de El, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido.
36. Los soldados también se burlaban de El, acercándose y ofreciéndole vinagre,
37. y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.