6. Entonces los hombres de Gabaón enviaron mensaje a Josué al campamento de Gilgal, diciendo: No abandones a tus siervos; sube rápidamente a nosotros, sálvanos y ayúdanos, porque todos los reyes de los amorreos que habitan en los montes se han reunido contra nosotros.
7. Y Josué subió de Gilgal, él y toda la gente de guerra con él, y todos los valientes guerreros.
8. Y el Señor dijo a Josué: No les tengas miedo, porque los he entregado en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.
9. Vino, pues, Josué sobre ellos de repente, habiendo marchado toda la noche desde Gilgal.
10. Y el Señor los desconcertó delante de Israel, y los hirió con gran matanza en Gabaón, y los persiguió por el camino de la subida de Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda.
11. Y sucedió que mientras huían delante de Israel, cuando estaban en la bajada de Bet-horón, el Señor arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo que los que mataron a espada los hijos de Israel.
12. Entonces Josué habló al Señor el día en que el Señor entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y tú luna, en el valle de Ajalón.
13. Y el sol se detuvo, y la luna se paró, hasta que la nación se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? Y el sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a ponerse como por un día entero.
14. Y ni antes ni después hubo día como aquel, cuando el Señor prestó atención a la voz de un hombre; porque el Señor peleó por Israel.
15. Entonces Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal.
16. Y aquellos cinco reyes habían huido y se habían escondido en la cueva de Maceda.
17. Y fue dado aviso a Josué, diciendo: Los cinco reyes han sido hallados escondidos en la cueva de Maceda.
18. Y Josué dijo: Rodad piedras grandes hacia la entrada de la cueva, y poned junto a ella hombres que los vigilen,
19. pero vosotros no os quedéis ahí; perseguid a vuestros enemigos y atacadlos por la retaguardia. No les permitáis entrar en sus ciudades, porque el Señor vuestro Dios los ha entregado en vuestras manos.
20. Y sucedió que cuando Josué y los hijos de Israel terminaron de herirlos con gran matanza, hasta que fueron destruidos, y que los sobrevivientes que de ellos quedaron habían entrado en las ciudades fortificadas,
21. todo el pueblo volvió en paz al campamento y a Josué en Maceda. Nadie profirió palabra alguna contra ninguno de los hijos de Israel.