18. Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas.
19. Y también a éste dijo: Tú también estarás sobre cinco ciudades.
20. Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo,
21. porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste.
22. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo soy hombre severo, que tomo lo que no puse y que siego lo que no sembré.
23. ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que, al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?
24. Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina y dadla al que tiene las diez minas.
25. Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
26. Pues yo os digo que a todo el que tiene, le será dado; mas al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
27. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá y matadlos delante de mí.
28. Y dicho esto, iba delante, subiendo a Jerusalén.
29. Y aconteció que, llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,
30. diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella, hallaréis un pollino atado en el que ningún hombre ha montado jamás; desatadlo y traedlo.
31. Y si alguien os pregunta: ¿Por qué lo desatáis?, le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.