12. Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene esposa que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
13. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
14. Porque el marido no creyente es santificado por la esposa, y la esposa no creyente, por el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían impuros; mientras que ahora son santos.
15. Pero si el no creyente se separa, sepárese, pues el hermano o la hermana no están sujetos a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.
16. Porque, ¿cómo sabes, oh mujer, si quizá salvarás a tu marido? O, ¿cómo sabes, oh marido, si quizá salvarás a tu esposa?
17. Pero a cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga. Y así lo prescribo en todas las iglesias.
18. ¿Fue llamado alguno ya circuncidado? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno incircuncidado? No se circuncide.
19. La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es; sino la observancia de los mandamientos de Dios.
20. Cada uno en el llamamiento en que fue llamado, quédese en él.
21. ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes; mas también, si puedes hacerte libre, procúralo.
22. Porque el que en el Señor es llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo, el que es llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.
23. Por precio sois comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.
24. Cada uno, hermanos, en el llamamiento en que fue llamado, así permanezca para con Dios.
25. En cuanto a las que son vírgenes, no tengo mandamiento del Señor; pero doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.
26. Tengo, pues, esto por bueno a causa de la dificultad que apremia, que bueno es al hombre quedarse así.