2. en cuanto Jesús puso pie en tierra, un endemoniado salió del cementerio y se le acercó.
3-4. Vivía entre los sepulcros y tenía tanta fuerza que, cada vez que lo encadenaban de pies y manos, rompía las cadenas y se iba. Nadie tenía fuerza suficiente para dominarlo.
5. Día y noche vagaba solitario por los sepulcros y los montes gritando e hiriéndose con piedras afiladas.
6. Cuando vio a lo lejos que Jesús se acercaba, corrió a su encuentro, cayó de rodillas ante él
7. y gritó con fuerza:—¡Qué tienes contra mí, Jesús, Hijo del Dios altísimo? ¡Te suplico por Dios que no me atormentes!
8-9. —¡Sal de este hombre, espíritu inmundo! —le ordenó Jesús; y luego le preguntó:—¿Cómo te llamas?El demonio le respondió:—Legión, porque somos muchos.
10. Los demonios le suplicaron que no los enviara lejos de aquella región.
11. Y como había por allí, cerca del cerro, un enorme hato de cerdos comiendo,
12. le suplicaron los demonios:—Envíanos a los cerdos y déjanos entrar en ellos.
13. Al asentir Jesús, los espíritus inmundos salieron del hombre y entraron en los cerdos, que se precipitaron al lago por un despeñadero y se ahogaron. Eran como dos mil animales.
14. Los que cuidaban los cerdos corrieron a dar la noticia en la ciudad y en los campos, y la gente salió a ver lo que había sucedido.
15. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado allí, vestido y en su pleno juicio, al que había estado endemoniado. Y les dio mucho miedo.
16. Al contarles los testigos presenciales lo ocurrido,
17. le pidieron a Jesús que se fuera de allí.
18. Jesús ya iba a regresar en la barca cuando se le acercó el que había estado endemoniado y le suplicó que lo dejara ir con él.
19. Pero Jesús le dijo:—No. Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales las maravillas que el Señor ha hecho contigo, y cómo tuvo misericordia de ti.