16. Al contarles los testigos presenciales lo ocurrido,
17. le pidieron a Jesús que se fuera de allí.
18. Jesús ya iba a regresar en la barca cuando se le acercó el que había estado endemoniado y le suplicó que lo dejara ir con él.
19. Pero Jesús le dijo:—No. Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales las maravillas que el Señor ha hecho contigo, y cómo tuvo misericordia de ti.
20. Aquel hombre recorrió la Decápolis contando las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y la gente se maravillaba al oírlo.
21. Cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, una enorme multitud se reunió a su alrededor.
22. De la multitud se adelantó un hombre que se postró a los pies de Jesús. Era Jairo, uno de los jefes de la sinagoga.
23. —Señor —le suplicaba—, mi hija se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella, porque yo sé que puedes hacer que viva.
24-25. Jesús lo acompañó. En medio de aquella multitud que se apretujaba a su alrededor, estaba una mujer que durante los últimos doce años había estado enferma con cierto tipo de derrame de sangre.
26. Hacía mucho que sufría en manos de los médicos, y a pesar de haber gastado todo lo que tenía, en vez de mejorar estaba peor.
27. Enterada de lo que Jesús hacía, se le acercó por detrás, entre la multitud, y le tocó el manto,
28. porque pensaba que al tocarlo, sanaría.
29. Y, en efecto, tan pronto como lo tocó, el derrame cesó y se sintió perfectamente bien.