6. Finalmente, me dijo:— ¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida.
7. Al vencedor le reservo esta herencia: yo seré su Dios y él será mi hijo.
8. Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los embaucadores están destinados al lago ardiente de fuego y azufre, es decir, a la segunda muerte.
9. Uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas con las siete últimas calamidades, se acercó a mí y me dijo:— ¡Ven! Quiero mostrarte la novia, la esposa del Cordero.
10. Me llevó, pues, en visión a una montaña altísima. Allí me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo enviada por Dios,